domingo, 8 de junio de 2014

“El rol del Estado es fundamental en derechos, cultura e inclusión”

Entrevista de Miradas al Sur al filósofo Ricardo Forster.
Ricardo Forster acaba de ser nombrado al frente de la recientemente creada Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, dependiente del Ministerio de Cultura de la Nación. El integrante de Carta Abierta y autor, entre otros libros, de Itinerarios de la modernidad, Notas sobre la barbarie y la esperanza, La muerte del héroe, El litigio por la democracia y La anomalía kirchnerista, accedió, apenas nombrado, cuando su designación levantaba una ola de improperios pocas veces igualada a una serie de preguntas de Miradas al Sur.

–¿Existen equivalencias entre los logros de la inclusión y la creación de ciudadanía desde el 2003 hasta la actualidad?

–No sé si puede pedirse una equivalencia a mansalva entre ambas necesidades. Hubo, sí, construcción de ciudadanía efectiva. Y, de la misma manera, la construcción de ciudadanía está ligada inexorablemente al mejoramiento de las condiciones de vida y a la inclusión social y a una mejor distribución tanto de la renta material como de la renta simbólica. Y cuando digo simbólica incluyo desde lo que implicó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y lo que significó la distribución de netbooks a millones de chicos que estaban absolutamente afuera de lo que hoy sería una “ciudadanía global de las tecnologías de la comunicación”. También implica construcción de ciudadanía la construcción de derechos civiles, una política más que sistemática y significativa del gobierno nacional. Al hablar de ciudadanía hablamos de la diversidad, del reconocimiento del otro, del derecho de las minorías. La Argentina ha dado pasos más que importantes en esos años: el matrimonio igualitario, la ley de género, la ley de salud mental, aportando un valor clave a aquellos que estaban fuera de todos los derechos. Tendría cierto cuidado al plantear equivalencias. Diría, claro, que la construcción de ciudadanía requiere mucho más esfuerzos, de la misma manera que también los requiere, aunque tengan otras características, las políticas de inclusión y sobre todo la reducción de la desigualdad. Yo diría que se construye más ciudadanía a medida que se va reduciendo la desigualdad. A partir de allí, estamos en un escenario en el que han mejorado las condiciones de construcción de ciudadanía en nuestro país. Por supuesto que sigue habiendo debilidades, sectores que permanecen marginales al núcleo desde el cual un ciudadano se hace visible al otro ciudadano.

–Eso plantea ciertos desafíos. Por ejemplo, pelearles el rol de constructor de ciudadanía a los medios de comunicación desde el Estado…

–Ese punto tiene que ver con las formas contemporáneas de la cultura y con su despliegue en la sociedad. Es muy difícil reemplazar al aparato de la industria de la cultura y de la comunicación. No sólo en la Argentina, sino a nivel internacional. Si bien hay países mucho más sólidos en construcción de ciudadanía, por historia, por tradiciones, por instituciones, el avance de la industria de la cultura y de las comunicaciones y el papel de los medios de comunicación, sobre todo, han generado un tipo de desplazamiento de lo que era la forma tradicional de construcción de ciudadanía. Es un gran desafío. Creo que allí el rol del Estado es fundamental, sobre todo en lo que hace a educación, a cultura, a derechos, a inclusión. Obviamente, el papel del Estado va a contrapelo de lo que son las teorías y las tendencias hegemónicas a nivel internacional que tienden a escindir a los ciudadanos. El ciudadano, por un lado, vale como consumidor, y ahí hay toda una definición de ciudadanía en la sociedad contemporánea, o vale como legitimador del sistema a la hora de votar. Pero vale poco en términos de un ciudadano que sea capaz de hacer un uso crítico de su propio entendimiento, de participar activamente en el espacio público, en la toma de decisiones colectivas. Ese ciudadano, más bien, es un ciudadano que no le preocupa demasiado al poder hegemónico en la sociedad contemporánea. Entonces, la construcción de ciudadanía en el interior de un proyecto que dice expresar una convicción de mayor igualdad, de mayor distribución es un desafío que a veces queda por debajo de lo que se ha logrado.

–En ese sentido, la creación de la secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional parece una profundización de la política de este gobierno…

–La creación de la secretaría está en el marco de lo que fue la creación del Ministerio de Cultura. El Estado profundiza lo que viene haciendo en estos últimos años, que es una enorme inversión en sostener y ampliar las distintas formas de creación cultural en nuestro país. Pocos gobiernos pueden decir que han invertido tanto dinero y tanto esfuerzo en sostener la vida cultural, sabiendo que si el Estado no se ocupa de ese sostenimiento, la cultura queda bajo del patrocinio privado y, sobre todo, desaparece todo ese mundo cultural que no resiste la reducción a la rentabilidad del mercado. Allí es clave la creación de un ministerio de Cultura y una secretaría. En el caso de este organismo, fundamentalmente, intentará desarrollar bajo la forma de foros, encuentros y distintos ámbitos de intercambio la posibilidad de dar cuenta de lo que ha sido y es el debate de ideas en nuestro país y en América latina. Y, sobre todo, iluminar los cruces entre política, economía, ciencias sociales, filosofía, tratando mostrar que hay una confluencia, en el interior de la tradición argentina, de una infinidad de historia y de tradiciones políticas que hay que poner blanco sobre negro en el debate actual. Y eso, sin dudas, genera ciudadanía.

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